Qué es?
Workaways, voluntariados, woofing, con algunas ligeras diferencias estos términos refieren a lo mismo. Básicamente consiste dar algunas horas de trabajo diario a cambio de alojamiento y – casi siempre – comida, y en algunos casos una paga. En general se trata de lugares donde lo importante es vivir una experiencia diferente, lo principal es aprovechar el lugar donde uno está, ayudar a otros en los proyectos que se proponen, y así generar un vínculo más bien fraternal que de “empleador-trabajador”.
Se puede encontrar de todo, desde trabajar en hostels, cultivar en granjas, cuidados de animales, dar conversación en otros idiomas (juro que esto existe y solo son poquitas horas diarias), ayudar en proyectos de construcción u misceláneos, arte, cocina, lo que sea.
Qué páginas y métodos hay
Dependiendo del país donde sea la experiencia, hay distintos lugares para encontrar voluntariados. Yo voy a hablar de las tres que conozco y son internacionales, se pueden encontrar en la mayoría de los países europeos, latinoamericanos y asiáticos, y en menor medida oceanía y áfrica.
Cuando escuchen o lean woofing , se trata de trabajos y convivencias en granjas orgánicas, y esto viene de un movimiento internacional de voluntariados que se llama WWOOF (World Wide Opportunities on Organic Farms). Para buscar concretamente es mejor ir al portal de cada país, ya que existen varias páginas del mismo movimiento. Por ejemplo en Francia lo mejor es referirse a https://www.wwoof.fr/.
Por otro lado existen otras dos principales páginas que nuclean y conectan anfitriones y voluntarios, de manera más general, que son Workaway y Worldpackers
Acá es donde se encuentran opciones más diversas y cada anfitrión especifica lo que está dispuesto a dar a cambio de lo que espera recibir, tanto en horas de trabajo diario, en tipo de tareas, habilidades requeridas, etc.
Elegir el buen workaway
Cómo todo en la vida, las decisiones nos condicionan qué tan buena o mala experiencia podemos tener. Y como en cualquier trabajo, vamos a tener hosts/empleadores que son buenísimos, que intentan dar más de lo que piden, que entendieron que todo esto se trata de un intercambio justo, y otros que se aprovechan y generan precarización laboral, explotan, etc.
Algo que me parece indispensable es tener como mínimo una videollamada antes de ir a cualquier lugar y confiar en nuestra intuición. Pero es verdad que antes o después de eso podemos poner en la balanza algunas variables a tener en cuenta para ordenarnos y ver si conviene. Yo me centraría, en orden, en: las personas, el lugar, el tipo de trabajo.
Cuando digo las personas me refiero tanto a los hosts (¿quiénes son? ¿es una familia? ¿tienen hijos? ¿mascotas? y ver si nos sentiríamos cómodos en ese entorno) como a la posibilidad de cruzarse con otros workawayers, cosa que enriquece mucho la experiencia. Para eso los sitios informan cuántas personas pueden albergar, y esto da una pauta. Hay detalles que lo pueden cambiar todo.
Algunos de los entrañables personajes que me crucé en el camino.
El lugar, a veces, es fundamental. Por eso todo hay que ponerlo en la balanza. Si el objetivo del viaje va a ser ir a una determinada ciudad para conocerla bien, entonces quizás tengamos que ser más flexibles en lo otro. En mi caso uno de los workaways fue en la isla de Mallorca, y no puedo estar más agradecido de haberla conocido.
Paisajes de un workaway como “niñero” en Deià, Mallorca.
El tipo de trabajo lo pongo en última instancia, porque si bien es importante la tarea a hacer día a día, en general al no ser trabajo cualificado no tiene tanto peso. Si tenemos que hacer jardinería, pintar una reja, o cuidar niños, podemos elegir basándonos en nuestra comodidad con esas tareas, pero probablemente podamos hacerlas todas.

Limpiando un viejo granero para transformarlo en un centro cultural. Quercy, Francia.
Legislación?
Dependiendo el país, los workaways quedan en una especie de vacío legal. La legislación respecto de voluntariados es ambigua, y como no son remunerados de manera explícita, no aplica la ley laboral, ni hay contratos de por medio, y aquí es donde hay que tener cuidado.
La falta de contrato hace por un lado que podamos irnos ante cualquier cosa que no nos gusta, pero claro está que antes de irnos al medio de una isla, campo, o lugar inaccesible, queremos tener cierta tranquilidad y confianza.
Si bien en lo personal tuve todas buenas experiencias, sí he escuchado de hosts que abusan del trabajo voluntario y rozan la flexibilización laboral, sacando lucro del mismo. Creo que más allá del marco legal, que estaría bien contar con uno, antes de elegir un próximo workaway, es fundamental leer las experiencias de otros viajeros y confiar en nuestra intuición al hablar telefónicamente.
A veces, el que no arriesga no gana y es cuestión de lanzarse a la aventura.












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